jueves, 25 de junio de 2015

Derrota al obsoleto Dios!

"Había una vez, un mundo sobre un ser. Una tierra construida sobre un Dios. Vida fomentada sobre partes de un cuerpo.
El cuerpo estaba quieto, pero bajo ningún motivo muerto. Duermiente, dejaba vivir a sus creaciones desde la cabeza hasta las rodillas, exceptuando los pies, porque estaban cubiertos por un océano infinito, tan ilimitado como su existencia.
Era un mundo increíble, con seres de todas las formas existentes. No convivientes, porque sobrevivían bajo sus propios medios al enemigo común. "Los vecinos de al frente", los seres del otro mundo sobre el otro Dios.
Dios contra Dios mantenían una historia común, que significaba la guerra entre sus creaciones. Unos por sobre otros, solo tenían en común la subsistencia de uno en base a otro, y la conexión de ambos espacios por medio de la espada con el que uno de los omnipotentes, luchando contra su némesis, atravesó sobre su costado."













La historia de Xenoblade me cautivó desde el principio. En realidad no fue solo la historia, fue el juego completo. Sus feos personajes contrastados con esos maravillosos escenarios permitió eliminar en 10 minutos la limitación con lo primero para superarlo, y dejarse llevar por las horas y horas que supuso el reto que en temporalidad me ha significado la mayor cantidad de horas de mi vida. No estando frente a la pantalla necesariamente, sino con pausas reiteradas, lo que llevó al menos a 2 años de juego interrumpido. 

Y es curioso pensar entonces en hablar maravillas de un juego que me costó tanto terminar, pero es que siendo sincera, pasaba que me cansaba y debía respirar. Es mi karma actual, me pasa con todas las cosas. Mangas, series, juegos, libros incluso, con los que llevo millones al mismo tiempo, y entonces demoro millones en terminar cada uno. Me enganchan un rato, los suelto, vuelvo a engancharme, y entonces todo se hace eterno.

La historia de la espada la terminé hace más menos un mes. Desde allí, he jugado un montón de cosas que no he terminado. Por eso decidí que ya era hora de regalarle una entrada a lo que fue una aventura épica, pero de la cual no tengo mucho que hablar, porque hay que vivirla. Reseñas hay millones, comentarios, trillones, así que solo necesito enunciar lo que significaron para mí las 130 horas que estuve con el juego. 

Lo amé. Lo amé demasiado. Me quedaba absorta mirando los escenarios, buscando lugares que fuesen postales de fotos. ¡Si solo hubiese habido en esa consola la posibilidad de compartir de forma rápida y efectiva screens de lo que uno vivía! Creo que solo eso me faltó para poder expresar esos momentos. Y los momentos, la música, LA MÚSICA combinada con esas escenas que motivaban montones. Hasta mis padres en algún momento se quedaron absortos observando cómo jugaba, aunque como ya iba por cierto escenario cercano al final, donde hay muchísimas escenas, tendían a reclamar preguntando que cuándo jugaba. Ahí tocaba explicar que en ello radicaba la magia.













Es un juego, un enorme juego lleno de emociones, "hecho con cariño" como digo yo a los que se nota intentan transmitir algo desde los creadores. En el xeno se nota, muchísimo, así que no hay ni que dudarlo, se debe vivir, pensar, y disfrutar. 

viernes, 5 de junio de 2015

En el 11

¿Decidir, hacer qué?
Los juegos te hacen subir y bajar, emocionar y llorar, y puede suceder todo en un mismo instante, en un mismo día.
No recuerdo cuando me emocioné, no recuerdo por qué. Yo no hago nada por ello, solo absorbo, recibo, complemento. Nunca nace del ser, sino del resto que deposita en mí.


Huyo, porque no funciona. El intento frustrado se vuelve barrera ¿Para qué seguir intentándolo?
Estas manos nada producen. Estas manos nada saben hacer... ¿Por qué no saben? ¿Por qué nunca aprendieron? Ahora están congeladas. No. Congeladas no. La palabra congeladas permite el resquicio de que en algún momento se entibien y vuelvan a funcionar.

Estas manos ya no funcionan. Nunca han creado nada. Ya no saben crear.

No se les enseñó. No les explicaron cómo juntar los dedos. Cómo armar un corazón. Cómo simbolizar.

No saben expresar.

No tienen nada que expresar tampoco.

Ah... Ésto agota.

Díganme... ¿Cómo? ¿Cómo tienen los ánimos? ¿De dónde sacan las intenciones? ¿Dónde fabrican las escalas?

Cuánto quisiera saberlo...

...o no.