lunes, 8 de febrero de 2016

Gankutsuou o las dos maneras de leer un Conde.

Qué gusto da ver una serie buena, buena, buena.



Nothing can go wrong. 

Nothing can go wrong. 


Si bien todos saben de la serie por sus características animadas, esos efectos que ya no recuerdo el nombre pero que hacen que todo colorido resalte en esos rostros planos, no es lo que más atrae de la producción de Gonzo y el señor Maeda, que se atrevió con algo que siempre hay que trabajar con cuidado: las adaptaciones de clásicos literarios.

En este caso, ocurre que las críticas que tiene la serie en cuanto a trama, se basan sobretodo en el personaje de Albert, que cobra un mayor protagonismo que en la misma novela, y que más que servir, la vuelve pesada. Y es que claro, es un personaje inocentón que aún cree en la pureza de su clase y que se dará de bruces cuando se encuentre con todo el pastel que significa el tongo de la elite.
Pero no nos pasemos a ese rollo, que es profundo pero al que hay que meterle ciertas características previas para saber de qué estamos hablando cuando hablamos de la narración dentro de Gankutsuou.

Si hablamos de fidelidad de la trama, nos referimos a un Conde que conocemos todos al revés y al derecho. Es tan fiel, que llegan a dar nervios esas escenas que los lectores sufrieron en su momento. Es que es especialmente emotivo si has leído la historia de Edmundo Dantes previamente, y no tiene que ver con la estética, son las puras emociones que la novela por su forma y edad estaban imposibilitadas de mostrar. Es la respuesta que uno sentía cuando se preguntaba ¿Qué habrá sentido aquí...? Y sí, resulta absolutamente satisfactoria. Su puro opening es un monólogo de Edmundo que el que solo miró la serie, podrá terminar de decifrar hacia el final del mismo, pero quien leyó podrá llorarlo desde el segundo capítulo. Lo que ocurre en la adaptación, es que todo está superficialmente disfrazado. Mundo futurista, el conde es un bicho raro, hay mechas, naves espaciales, caballos robóticos o alienígenas, de todo, pero ese todo es la fachada para el entramado de relaciones que se ha mantenido intacta, casi como si habláramos de una obra teatral con los guiones intactos pero con la puesta en escena completamente renovada. TODO en Gankustou en relación a los personajes tiene el sello de la obra de Dumas padre, y es ahí donde radica su mayor belleza.

El punto y que marca la diferencia es que en su lectura, su visionado, podemos encontrar dos posibilidades. Tenemos, en primer lugar, la lectura tipo Alberto. No sabemos nada, no conocemos la obra, y nos encontramos con una serie llena de suspenso, con una telaraña de relaciones que se ven extremadamente complicada y que no entenderemos hasta que veamos los retasos del pasado, que en la novela nos cuentan en una primera instancia, pero que como en este caso somos Alberto, sabremos y entenderemos todo en la medida que él lo vaya haciendo, sacando sus conclusiones y enterándose de lo que realmente sucede en su entorno. Por eso es que le cuesta, por eso es que no quiere asumirlo, porque no lo entiende, porque quien mira no tiene idea de nada, y es ese mismo proceso que vivirán en conjunto.

So tonight I'll sing a song to all my friends,
Also to those we won't be seeing again.



La segunda lectura, y que yo llamo la privilegiada, es la que contiene al lector de la novela original, que al ir viendo lo que ocurre en cada escena entiende todo. No le da mayor énfasis a aquello que está diferente, porque entiende la venganza, por qué debe vengarse de cada quien, y cada reacción de los personajes no le pasará desapercibido. Así tenemos por ejemplo el episodio donde son invitados los Villefort, Danglars y Morcef a la mansión del conde, con todo el asunto del hijo ilegítimo enterrado. No nos significan nada, ni siquiera Villefort explica que no está enterrado nadie, pero aparece el maldito cofre y solo tú, lector, te das cuenta de lo que eso significa, y ves los rostros de la mujer de Danglars y sus reacciones y las disfrutas, tanto o más que el propio ser que busca venganza.

Y ahí está el complejo que para mala suerte, el lector nuevo solo comprenderá cuando las relaciones se expliquen, lo que ocurre recién hacia el capítulo 16, y por ello la sienten lenta, soporífera, más aún cuando se aprecia visualmente complicada. El aventajado, ya está gritando desde que Montecristo observa a Alberto, lo que significa ver al hijo de la traición de quien fue su mejor amigo con el amor de su vida. De todos modos no le quita potencia al visionado tipo Alberto: quién la mira se siente al final de la serie completamente satisfecho, gracias a una producción que se luce por todos lados, donde está claro que se aprecian ciertas falencias sobretodo en cuanto a animación, pero que como ya me acostumbro a decir, "sobra cariño". Sencillamente, está hecha con amor, y por eso se merece todos los aplausos.

Y antes de terminar, no puedo no referirme a los cambios duros que hay en relación a la novela, referidos claramente al final. El conde, a diferencia de la versión literaria, es consumido hasta las últimas por su venganza, una decisión interesante del director ya que a fin de cuentas luego de 1000 páginas te quedas muy tranquilo con que se va junto a la princesa, luego de salvar a Valentina y al Maxi, pero aquí vemos un final dramático con todas sus mayúsculas. Es cierto, la venganza se sirve mejor fría, pero las consecuencias vienen de todas maneras. Quizás eso es lo que no se mostró, cómo Montecristo va dando cuenta de las consecuencias de su plan, el cual dispara puñaladas hacia todos lados sin necesariamente tener objetivos consecuentes. Tal, se entiende que es porque prevalece el desarrollo de Alberto, Y ahí es donde cobra sentido el otro tremendo cambio que tiene la serie; la muerte del amigo, la cual no te molesta porque a fin de cuenta ambos son más bien secundarios dentro de la obra. Muy bien apreciado, y recalcando, no transforma nada, solo es otra manera de mostrar la historia de una venganza.


I was totally in love with you, I bathed in you,
Lost in you, captivated by you,
Amazed by you, dazed by you.