lunes, 31 de octubre de 2011

Ingresé a la universidad pensando en lograr una vida increíble llena de nuevos ofrecimientos, conocer gente interesante y sobretodo, lograr nuevas relaciones interpersonales.

Una vida color de rosa, donde pudiera conocer a un regio macho moreno alto espectacular que me acompañara por esta aventura de la vida. Sí, porque la universidad es el momento más importante del ser humano, cuando define su camino a seguir por el resto de los años que le quedan de vida.

Ofrecimientos por todas partes. Carreras, grupos y estilos a los cuales puedes pertenecer. Ingresé a uno con grandes espectativas, "el club de los nadie", un conjunto que sin perder la oportunidad 3 veces a la semana, se reunía en el salón z8 donde se sentaban en un círculo para no decirse nada.
Es que decir algo saldría de los cánones del "club de los nadie". Aún así, algunos no aguantaban la situación de ser "nadie" y llenaban el vacío con un gesto que demostrara protagonismo. El movimiento de una mano, una mirada errante al cielo, la apertura de un envoltorio de algún aperitivo. Rellenaban el silencio con movimientos inoportunos volviéndose alguien. Perdían el objetivo del grupo y entonces se levantaban e iban hasta la siguiente reunión, donde volvían en plan de ser nadie nuevamente.

Por lo general, en cuanto nos sentábamos yo permitía a mi cabeza llenarse de silencio. A pesar de estar frente a un montón de gente no los miraba. Me permitía insertar en un mundo sin distancias establecidas, sin color definido, sin elementos en específico. Sólo estaba allí, como los demás, y en cuanto terminábamos, caminaba en silencio hasta casa para hacer nada. Me lanzaba en la cama dentro de la habitación y miraba a la luz colgante del techo.
Mantuve este ritmo de vida día tras día, mes tras mes, al punto de importarme tan poco que perdí la cuenta.

Pero un día, antes de ingresar a la sesión del club de los nadie, una extraña muchacha de aspecto divertido y con una brillante sonrisa se me acercó. Traté de evitarla por motivos que desconozco, pero agitó su mano llamándome por mi primer nombre y rápida se presentó como nueva adherida al club de los nadie.
-Tú eres nadie, he escuchado que eres una experta en ello.- Me dijo con esa enorme sonrisa que cubría de mejilla a mejilla. Hizo una inclinación y entró rápida al salón z8 mientras yo observaba perpleja para todas partes. ¿Una experta? ¿Yo?

... ¿Pero eso no significaría que sobresalgo? ¿Entonces estoy llamando la atención? ¿Soy alguien?

Perdí el rumbo, mi mente entró en un estado de confusión tal que en ves de ingresar al salón z8, caminé en dirección a casa sin decir nada a nadie. En el paso, una señora de extraño aspecto y larga caballera captó mi atención. Arrugada casi como una pasa, tenía entre sus manos una esfera de esas que usan las adivinas. ¿Será una de ellas?

-El verdadero camino se abre ahora, no pierdas tu oportunidad.- Me dice. La quedo mirando fijamente esperando que diga algo más, cuando estira su mano en mi dirección. -Son mil pesos.- Termina, cancelé rápido algo que consideraba injusto, pero mi culpa fue al detenerme. Decidí seguir rauda sin volver a fijarme en nada, pero tan concentrada estaba en llegar que no me di cuenta cuando choqué contra una pared...

O al menos eso creía que era, cuando el hombre me sostuvo desde los hombros con lo que noté, sus fuertes manos. Con un aire preocupado se quedó observándome con atención y yo desvié la mirada algo avergonzada. Esto normalmente no me pasaba.

-¿Estás bien?- Escuché de su parte con un tono grave y profundo. Se notaba que era un espécimen con experiencia.

No supe que responder. Mi mente estaba colapsada en pensamientos que nunca antes había tenido, cuando por la cabeza pasó el recuerdo de hace segundos, la adivinación de la anciana.
¿Sería este encuentro un nuevo camino? Pero yo no quiero nuevos caminos, quiero ser nadie, pienso de inmediato, y soltándome de la prisión que implicaba la presencia de ese hombre, me hago a un lado y continúo mi camino.

Me mantengo en blanco, sólo preocupada de librarme de estas sensaciones. Destacar era una palabra que estaba fuera de mi vocabulario y definitivamente no quería introducirla a la fuerza. Llego a casa, me lanzo nuevamente a la cama y expulsando todo lo contenido grito ¡ÉSTO NO PUEDE SER ASÍ!

2 comentarios:

  1. a estas horas de la mañana, cuando mi cabeza se niega a seguir estudiando, no pude evitar pasar por face y ver un enlace de tu blog, pero al abrirse no fue la última publicación la que llamó mi atención, sino esta...
    Qué puedo decir, me gusta cómo escribes...

    saludos =)

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  2. Muchas gracias guapa =)
    Que los estudios rindan frutos.

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